De fonda Larequi… a fonda Ayerra
Veíamos en el boletín anterior cómo el 23 de febrero del año 1961 se procedía a la venta por parte de Máxima Larequi Urzainqui del edificio que, junto con sus hermanos María Socorro y Antonio, habían regentado como tienda, bar, restaurante y fonda bajo el nombre de Larequi.
Una parte del edificio era comprado a partes iguales por José Ayerra, su mujer Gregoria Salvador y la hermana de esta, Petra, para continuar con el negocio. En este boletín profundizaremos en la historia de esta nueva etapa bajo el nombre ya de «Fonda Ayerra».
Corregiremos antes algunos detalles de la «Fonda Larequi» incluidos en el boletín anterior. Por un lado, Eugenio Larequi se casó con María Glaría, de casa Portalatín, y no Gárate, como por error se indicaba. Por otro, Guillermo Larequi Hualde habría nacido en la hoy conocida como casa Bidangoztar, nombre que posiblemente recibiría después por algún antepasado oriundo de Vidángoz. Podemos confirmar también que Guillermo Larequi regentó bajo su nombre en los años 20 del siglo pasado una fonda en la calle Espoz y Mina 11 de Pamplona. Sabemos que antes se denominó «Fonda de San Julián» y «Hotel Regional». Tras su cese del negocio para regresar a Burgui, fue regentado por la viuda de Cipriano Zalguizuri y se conocía como Casa de Viajeros «Los nuevos roncaleses». Hoy ocupa este edificio el actual «Restaurante Europa».
Una vez hechas estas puntualizaciones, nos centramos ya en la conocida como «Fonda Ayerra«.
El nexo de unión entre la fonda Larequi y la fonda Ayerra es Petra Salvador Ustés. Nacida en Burgui en casa Garate en el año 1907, se casó con el izabar Pascual Ustárroz Petrox, de casa Gardacho, y se trasladó a vivir a Isaba. Pero enviudó pronto, un 25 de noviembre de 1942. Permaneció varios años en Isaba haciéndose cargo de la casa, atendiendo a sus suegros ya mayores y al cuidado de las vacas de la familia. Cuando ya se quedó sola en la casa comenzó a visitar con más frecuencia su pueblo natal, compaginando el alquiler de habitaciones a carabineros que trabajaban por la zona. En el año 1957 vendió la casa y se trasladó a vivir definitivamente a Burgui, trabajando primero en casa Ramón y después en la fonda Larequi, donde se quedaba alojada. Aprendió bien el negocio de la fonda durante varios años.
A finales de los años cincuenta, las hermanas Máxima y María Socorro Larequi Urzainqui, que regentaban dicha fonda, vendieron una parte del edificio, del patio y del huerto a los hermanos Sanz Zabalza, de casa Larrambe, para su conversión en viviendas.
La otra parte del edificio, con la que apuraron los últimos años del negocio, se la propusieron vender a Petra, quien ya trabajaba con ellas en la fonda. Petra, junto con su hermana Gregoria y su marido José Ayerra, fueron los que con fecha 23 de febrero de 1961 formalizaron la compra, a partes iguales, del resto del edificio y del patio haciendo uso de sus ahorros y del dinero prestado por los parientes.
José Ayerra Garate nació el 5 de agosto de 1920 en casa Ayerra, hijo de Martín Ayerra Lorente -de casa Ayerra- y de Pascuala Gárate Larrambe -de casa Larrambe-, quienes tuvieron seis hijos: Inocencio, Francisco, Félix, Hermenegilda, José y Felisa. La familia Ayerra (Martín y sus hijos Inocencio, José y Paco) eran unos auténticos profesionales de las prácticas de la pesca y de la caza, de cuya venta de pieles obtenían un importante ingreso para la economía familiar. José, aunque en menor medida que su hermano mayor Inocencio, también se dedicó al oficio de almadiero y al trabajo de la madera. Casado con Gregoria Salvador Ustés el 27 de mayo de 1950, falleció en Burgui en el 8 de septiembre de 2010.
Petra y Gregoria nacieron en octubre de 1907 y febrero de 1926 respectivamente en casa Garate, hijas de Lorenzo Salvador Glaría -de casa Garate- y de Bernarda Ustés Elizalde -de casa Mañuelico-, quienes tuvieron ocho hijos: Petra, Francisco, Hipólito, Dionisio, Teodoro, Alberto, Martín y Gregoria.
Tras la compra en 1961 de una parte del edificio de casa Larequi (antes conocida también como casa Lampérez) se llevaron a cabo varias obras y reformas. Una de las principales fue la remodelación del bar, que en la época de Larequi también acogía una tienda. Así, se abrió una puerta de acceso directo desde la plaza -sobre la que se pintó el nombre de «Bar La Alegría»- y se hizo un pequeño baño en la misma entrada. Se trataba de un bar alargado, con una estufa de leña al fondo junto a los ventanales del patio y una barra de gran altura atendida por José Ayerra. Con el paso de los años el bar tuvo diversas mejoras para adaptarlo a los nuevos tiempos: televisión, cafetera expreso, cámaras frigoríficas, reforma del sistema eléctrico, colocación de aparatos de música… Los colores de sus paredes también fueron cambiando con el tiempo desde un beige, pasando por sucesivos verdes y finalmente verdes y rojos.
En noviembre de 1962 se solicitó el cambio de titular y denominación, así como de categoría del establecimiento. Estando la anterior fonda Larequi clasificada como «posada» a efectos del Ministerio de Información y Turismo, José Ayerra solicitó la categoría superior de «casa de huéspedes». En la documentación generada a tal efecto existe una carta fechada el 2 de noviembre de 1962 del Gobierno Civil al delegado provincial de Información y Turismo en el que manifiesta que «interesados informes de D. José Ayerra Gárate a los efectos de legalización de una industria de hospedaje le participo que según la Guardia Civil en informe recibido dicha persona es de buena conducta moral, pública y privada, estando bien conceptuado socialmente».
Figura también en la documentación del expediente que se dispone de «dos comedores con total de 19 plazas, dos servicios por cliente, con servicios de piedra de buena calidad, servilletas de algodón, cubiertos de alpaca, cristal duralex, todo sin marcar». Añade también que «cada dormitorio tiene doble juego de sábanas, dos mantas, colchones de lana del país, alfombras corrientes y sillas».
En 1963, tras su autorización ya como «casa de huéspedes«, figuraban los precios siguientes: desayuno, 10 pesetas; almuerzo, 45 pesetas; cena, 45 pesetas; baño, 5 pesetas; habitación de 1 plaza, 25 pesetas; habitación de 2 plazas, 45 pesetas.
En marzo del año 1969 se inicia un nuevo proceso de clasificación como «fonda«. En la documentación existente se indica que el edificio fue construido aproximadamente en 1870, que el aspecto general es antiguo y que dispone de tres plantas con 9 habitaciones (2 interiores y 7 exteriores) con un total de 15 camas. Existe «teléfono general, cuarto de aseo general, dos servicios auxiliares con lavabo e inodoro, uno con placa turca». La Dirección General de Empresas y Actividades Turísticas indica que «se debe sustituir la placa turca por taza normal», debiendo realizarse las obras en un plazo máximo de 8 meses. Es en esta época cuando se realiza una reforma importante que mejora las habitaciones y los dos baños, cambiando también los suelos de la cocina y del comedor. Se modifican las escaleras de acceso a la primera planta y se construyen de una sola tramada desde la entrada en lugar de los tres tramos existentes. Tras la realización de estas obras, en 1970 se concede una nueva clasificación como «fonda» por parte del Ministerio de Información y Turismo.
Años más tarde se arreglaron las fachadas y, juntamente con las viviendas de los hermanos Sanz Zabalza, se colocó piedra en los zócalos y en las ventanas, siendo la actual imagen exterior del edificio. La forja de los balcones se mantiene seguramente desde sus orígenes.
A lo largo de los años, Petra, Gregoria y José regentaron los negocios de bar, fonda y comidas. José estaba al frente del bar; Petra, generalmente se encargaba de la cocina y Gregoria atendía a los clientes y el servicio de habitaciones.
Disponían de dos cocinas de leña de gran tamaño donde se cocinaban ricos guisos de carne, caza y pescados para el servicio de comidas de la fonda. Muchos todavía recuerdan los exquisitos fritos de calamar de los domingos y los estupendos guisos preparados por Petra. Además, cultivaban las verduras en varios huertos; criaban conejos, gallinas, pollos y cutos en un pajar; recolectaban manzanilla y tila; y elaboraban pacharán, todo para ofrecer un servicio selecto a la clientela.
A lo largo de los años contaron con la ayuda y colaboración de varias personas que trabajaron en el negocio. Destacamos a las hermanas María Jesús y Pascuala Iglesias Iglesias, nacidas en Sigüés, en casa Ricardo, en los años 1934 y 1936 respectivamente. La familia Iglesias tenía ovejas y en los años 40 subía su tío Saturnino Iglesias Sanz a la borda de Garate en el barranco de Cegarra. Así, año tras año, surgió la amistad con la familia Garate y la relación de Petra y Gregoria con las hermanas Iglesias se fue incrementando en las visitas a las fiestas. En los años 60 María Jesús y Pascuala, ya mozas, subían a ayudar cuando se les requería, como en las fiestas del pueblo por San Pedro, atendiendo el bar o en otras fechas de más trabajo.
Trabajaron también en la fonda otras personas como Dolores Glaría de casa Onpedro y María Salvador, así como diversos familiares como Leonor Oseta, Petra Ansó, Martín Salvador, Ana Mari Lacasta, María Jesús Sanz o los sobrinos Teodoro, Jesús Mari, José Alberto y Luis Javier Salvador. Otras muchas mujeres echaban también una mano en acontecimientos especiales como bodas, bautizos, comuniones, cantamisas, fiestas, nocheviejas… así como en numerosas comidas y cenas de cuadrillas del pueblo.
A lo largo de los años de la fonda Ayerra fueron muchos y variados los huéspedes y personajes variopintos que, de forma puntual o más continuada en el tiempo, se alojaron en este establecimiento, creándose auténticos lazos de amistad en muchos casos.
Existían varias personas que tenían habitación reservada todo el año, independientemente de que acudieran o no, si bien eran prácticamente fijos durante los veranos, navidades y semana santa. En algunos casos eran amigos y en otros coincidían en fechas estando alojados.
De especial mención son las estancias de Jesús De Bilbao, que visitaba las casas del valle para realizar su trabajo de protésico dental; José Zazpe, taxista; Santos Itarte, propietario de chorizos Itarte, en aquella época en la calle Estafeta de Pamplona; Fidel Leache; Paco Loiarte, de San Sebastián; o Angel Lapuerta Sánchez, coronel mutilado de guerra, al que llamaban «el tuerto» porque en la guerra perdió un ojo, y que acudía los domingos a misa con el traje militar de gala y numerosas medallas; José Zalguizuri, originario de Isaba que se encariñó de Burgui y sus gentes, llevaba siempre dos piedras en el bolsillo que hacía sonar a modo de castañuelas; Henry y Aida, matrimonio inglés que una vez jubilados recayeron en Burgui sin saber hablar castellano y que volvieron a la fonda durante muchos años todos los veranos.
Veraneaban también diversas familias como la de Emilio Arzoz; los Reza de San Sebastián, en donde regentaban un negocio de peletería; los Zalguizuri; la de Patxi Zabaleta Azpitarte, asesinado por ETA en Elgoibar en 1988, y aficionado a la caza de palomas; Larrañaga…
Se alojaban también diferentes viajantes y comerciantes ambulantes que acudían al valle, como José Condearena, vendedor ambulante de la tienda Condearena en la calle Mercaderes de Pamplona, que se desplazaba por los valles de Roncal, Salazar y Aezkoa portando dos grandes maletas con muestras de ropa con las que recogía pedidos casa por casa y que posteriormente se enviaban a través del autobús de línea embalados en papel marrón y cuerda de esparto; acudían otros vendedores de ropa como los Zamoranos, Casals, Manolo Erro y los hermanos Rosino; de alimentación, como Benjamín, el ajero de Sangüesa; y Riera, comprador de lanas.
Acudían también otras personas que por su trabajo se desplazaban y establecían su parada en la fonda de Burgui como los chóferes de la empresa Eiforsa de La Peña (Huesca), que transportaban en camiones maderos de pino para su conversión en postes para líneas de teléfono, recordando especialmente aLuis y Asterio; numerosos camioneros, como los hermanos Pena o los de gaseosas Landa de Sangüesa; los butaneros, que se desplazaban por el valle repartiendo bombonas cada semana y acudían a comer a la fonda. Y todo trabajador, turista, visitante, montañero o pescador que venía a Burgui acudía a la fonda para comer o alojarse.
Fue residencia habitual también de los notarios, que acudían regularmente una vez al mes y recibían a las personas interesadas en sus servicios en una sala en la fonda; de los médicos, como como Héctor Eduardo Pintado Sandoval (peruano y que de Burgui se fue a ejercer a Zaragoza en 1979), Fernando Paniagua o Jesús Arana, hasta que se construyó la denominada “casa del médico” en la plaza; la secretaria del Ayuntamiento, Raquel Pérez de Iriarte, hasta que el ayuntamiento construyó un piso en la propia casa consistorial; el párroco José Antonio Mateo, en sus últimos años de servicio tras dejar de residir en la casa parroquial del pueblo y antes de retirarse a Loyola.
El salón de la fonda, que todos los domingos servía para sesión de baile, se convertía durante los otoños en lugar improvisado para la recogida de hongos robellones. Desde Cataluña se desplazaban a Burgui diversos comerciantes hongueros, como Boigas, Serafín o Paco, que con furgonetas o camiones recogían las barquillas de hongos que previamente se habían seleccionado y pesado en la fonda, a donde acudían los vecinos de Burgui y de otros pueblos del valle a vender las cestas de hongos que previamente habían recolectado por los montes.
Ya en los años noventa y por su condición de almadiero veterano y artífice de la fundación de la Asociación de Almadieros Navarros, José Ayerra recibió también en su casa a numerosas personas relacionadas con las almadías, como la amistad forjada con el sangüesino Javier Beúnza o la visita del aragonés José Antonio Labordeta en 1992, conductor en aquella época de la serie «Un país en la mochila» con motivo del programa dedicado al Valle de Roncal.
Desde su apertura en el año 1961, José, Gregoria y Petra trabajaron sin descanso hasta mitades de los años ochenta. El bar La Alegría se cerró definitivamente en enero del año 1986, y la fonda poco antes, ofreciendo solo servicio de camas. Pocos años más tarde enfermó Gregoria y a partir de entonces solamente alojaron a compromisos con el pueblo (orquestas en fiestas, por ejemplo) y a familiares, amistades y clientela de toda la vida.
Sirva este reportaje para honrar el trabajo, esfuerzo y dedicación de José, Gregoria y Petra durante más de 25 años, acogiendo en su casa siempre con la puerta abierta a todos los que allí acudían, forjándose auténticos lazos de amistad que perduraron con el paso de los años. Forma parte la fonda Ayerra de gran parte de los recuerdos de muchas generaciones de burguiarras que vivieron allí momentos muy especiales, recordando el cariño y la alegría con los que siempre éramos recibidos. En nombre del pueblo de Burgui, muchas gracias de corazón.
Agradecemos la documentación e información facilitada por Greoria, Luis Javier, Fernando y Lucía Salvador, por Ana Mari Lacasta, así como a todas aquellas personas que nos han compartido sus recuerdos para poder elaborar este reportaje. Nuestro agradecimiento también al Archivo Contemporáneo de Navarra por facilitarnos el acceso a los diferentes documentos que conforman el expediente de este alojamiento.