Cinco lustros…
Dicen, y es verdad, que el oficio agonizaba cuando aquél año de 1952 los obreros recibieron la orden de cerrar ya ese pequeño hueco que habían dejado en la presa que, en el término municipal de Yesa, cierra desde entonces el paso, y lo regula, al cauce del río Aragón. Aguantaron sin cerrarla hasta el último momento precisamente para facilitar el paso a las últimas almadías roncalesas. No medía más aquel angosto paso que lo que tenía de ancho un tramo de almadía. A partir de ese momento, y después de tantos y tantos siglos dando vida a los ríos, el oficio de almadiero en el Pirineo navarro pasaba a la historia. Se extinguía para siempre de forma irreversible.
A partir de entonces no faltaron esporádicas ocasiones para que los últimos almadieros roncaleses, de vez en cuando pudiesen desquitarse de su obligada inactividad. Le tenían ganas al río.
Un día los hermanos Caro Baroja les pusieron la escusa perfecta para volver a almadiar, en esta ocasión cosechando aplausos a su paso; aplausos que venían a confirmar que aquellas balsas eran ya una seña de identidad. Volvieron a coger los remos en Urzainqui, en Sangüesa, en la foz de Lumbier… con sano orgullo, sintiendo la admiración y el reconocimiento de sus descendientes. La única pega era que aquella última generación de almadieros, herederos y depositarios de unos conocimientos y de unas técnicas, iba poco a poco desapareciendo. Desaparecido el oficio, desaparecido el tráfico fluvial de la madera, y rota ya la cadena del relevo generacional, la memoria de aquél oficio tenía los días contados.
Fueron ellos mismos, pinchados en su orgullo por Javier Beúnza, quienes en la sobremesa de una comida celebrada en el Hotel Isaba tomaron la iniciativa de constituir una asociación sobre la que proyectar y apoyar un futuro, no el futuro de un oficio, sino el de mantener viva la llama de la memoria de ese oficio. Se arrimó la gente joven a aquellas fuentes del conocimiento, y escucharon, y aprendieron… y entre una generación y otra, conjuntamente, organizaron en 1992 un descenso de almadías en Burgui con vocación anual. Nacía así, hace ahora 25 años, el Día de la Almadía – Almadiaren Eguna.
Cinco lustros después dirigimos una mirada retrospectiva a toda esta trayectoria. Burgui sale ahora en el mapa festivo peninsular; a nuestro pueblo se acercan cada año miles de visitantes que se admiran ante el trabajo y la destreza de nuestros antepasados vista en el espejo de los descendientes de aquellos. El descenso fluvial de la madera vuelve a generar riqueza. Son 25 años en los que los mayores han pasado el testigo recogido por manos juveniles que avistan ya un nuevo relevo.
Se nos esfuman los testimonios vivientes de aquellas almadías que navegaron río abajo en busca de compradores; se nos van las manos experimentadas, se han soltado las amarras… y a partir de ahora toca agarrar bien el remo, toca saludar y dirigir la mirada a lo alto, toca encomendarse, y embocar el puerto de la presa con la mirada puesta en el futuro.
Son 25 ediciones, un cuarto de siglo de sinsabores y gloria, homenajes y reconocimientos, piel rugosa y piel tersa, lluvia y sol, tensas esperas y ovaciones, experiencia y novedad, voluntariado y emoción. Y son muchas las personas que, en una u otra faceta, han aportado su trabajo, esfuerzo e ilusión, ¡mucha ilusión! a lo largo de estos 25 años para contribuir de forma voluntaria y desinteresada a mantener vivo el recuerdo y la memoria.
Cinco lustros en los que podemos decir que el oficio de almadiero ha sido puesto en valor como nunca se hubiese soñado; cinco lustros tras los que dejamos recogida, salvaguardada y difundida la memoria de este oficio y la de quienes le dieron vida; cinco lustros en los que casi ha desaparecido para siempre la última generación de almadieros, pero que lo ha hecho dejando aquí sus conocimientos, sus recuerdos, y una fiesta que a partir de ahora es más homenaje que nunca.
Félix Mari says:
Quisiera añadir el día que se celebró en Sangúesa de HOMENAJE A LOS ALMADIEROS. Sería el año 1972 ó 1973, no lo recuerdo bien. Fué un día muy emocionante, pues vinieron en autobuses de los pueblos roncaleses, muchas personas que habían sido almadieros y realizaron el pase por la presa de Sangúesa con una almadía que creo que la construirian allí mismo. Pienso que fué un día especial que sirvió para que no se olvidara del todo y sirvió de enlace en el recuerdo entre el el año de cierre -1952- y formación de la Asociación -1992-.
Tambien , creo que es de justicia, mencionar el video que a nivel particular realizó un cámara de ETB, con la inestimable ayuda de un viejo almadiero -JOSE AYERRA- hacia el año 1983 ó 1984, y que ETB ha difundido en varias ocasiones.
Todo ello colaboró, a mi entender, en el mantenimiento de la llama viva de la tradición, y que ahora la podamos disfrutar con el empuje que le han dado a través de dicha ASOCIACION DE ALMADIEROS.,y así poder celebrar estos 25 años de celebraciones. Animo y a por otros 25.