Archivos Mensuales / marzo 2016

Cinco lustros…

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Mar
21
Almadías varias

Dicen, y es verdad, que el oficio agonizaba cuando aquél año de 1952 los obreros recibieron la orden de cerrar ya ese pequeño hueco que habían dejado en la presa que, en el término municipal de Yesa, cierra desde entonces el paso, y lo regula, al cauce del río Aragón. Aguantaron sin cerrarla hasta el último momento precisamente para facilitar el paso a las últimas almadías roncalesas. No medía más aquel angosto paso que lo que tenía de ancho un tramo de almadía. A partir de ese momento, y después de tantos y tantos siglos dando vida a los ríos, el oficio de almadiero en el Pirineo navarro pasaba a la historia. Se extinguía para siempre de forma irreversible.

A partir de entonces no faltaron esporádicas ocasiones para que los últimos almadieros roncaleses, de vez en cuando pudiesen desquitarse de su obligada inactividad. Le tenían ganas al río.

Un día los hermanos Caro Baroja les pusieron la escusa perfecta para volver a almadiar, en esta ocasión cosechando aplausos a su paso; aplausos que venían a confirmar que aquellas balsas eran ya una seña de identidad. Volvieron a coger los remos en Urzainqui, en Sangüesa, en la foz de Lumbier… con sano orgullo, sintiendo la admiración y el reconocimiento de sus descendientes. La única pega era que aquella última generación de almadieros, herederos y depositarios de unos conocimientos y de unas técnicas, iba poco a poco desapareciendo. Desaparecido el oficio, desaparecido el tráfico fluvial de la madera, y rota ya la cadena del relevo generacional, la memoria de aquél oficio tenía los días contados.

Fueron ellos mismos, pinchados en su orgullo por Javier Beúnza, quienes en la sobremesa de una comida celebrada en el Hotel Isaba tomaron la iniciativa de constituir una asociación sobre la que proyectar y apoyar un futuro, no el futuro de un oficio, sino el de mantener viva la llama de la memoria de ese oficio. Se arrimó la gente joven a aquellas fuentes del conocimiento, y escucharon, y aprendieron… y entre una generación y otra, conjuntamente, organizaron en 1992 un descenso de almadías en Burgui con vocación anual. Nacía así, hace ahora 25 años, el Día de la Almadía – Almadiaren Eguna.

almadía

Cinco lustros después dirigimos una mirada retrospectiva a toda esta trayectoria. Burgui sale ahora en el mapa festivo peninsular; a nuestro pueblo se acercan cada año miles de visitantes que se admiran ante el trabajo y la destreza de nuestros antepasados vista en el espejo de los descendientes de aquellos. El descenso fluvial de la madera vuelve a generar riqueza. Son 25 años en los que los mayores han pasado el testigo recogido por manos juveniles que avistan ya un nuevo relevo.

Se nos esfuman los testimonios vivientes de aquellas almadías que navegaron río abajo en busca de compradores; se nos van las manos experimentadas, se han soltado las amarras… y a partir de ahora toca agarrar bien el remo, toca saludar y dirigir la mirada a lo alto, toca encomendarse, y embocar el puerto de la presa con la mirada puesta en el futuro.

Foto almadía Navarra Cuatro Estaciones

Son 25 ediciones, un cuarto de siglo de sinsabores y gloria, homenajes y reconocimientos, piel rugosa y piel tersa, lluvia y sol, tensas esperas y ovaciones, experiencia y novedad, voluntariado y emoción. Y son muchas las personas que, en una u otra faceta, han aportado su trabajo, esfuerzo e ilusión, ¡mucha ilusión! a lo largo de estos 25 años para contribuir de forma voluntaria y desinteresada a mantener vivo el recuerdo y la memoria.

Cinco lustros en los que podemos decir que el oficio de almadiero ha sido puesto en valor como nunca se hubiese soñado; cinco lustros tras los que dejamos recogida, salvaguardada y difundida la memoria de este oficio y la de quienes le dieron vida; cinco lustros en los que casi ha desaparecido para siempre la última generación de almadieros, pero que lo ha hecho dejando aquí sus conocimientos, sus recuerdos, y una fiesta que a partir de ahora es más homenaje que nunca.

Tres proyectos mineros en Burgui

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Mar
21

Entre octubre de 1899 y agosto de 1901 se presentaron ante el Gobierno civil tres registros de minas en el término de Burgui, dos para explotación de hierro a cargo del promotor pamplonés Francisco Martínez y una tercera de carbón inscrita por el burguiar Felipe Ezquer Cabodevilla. Los nombres dados fueron ‘La Pilarita’ y ‘Los Tres Amigos’ en las de hierro y ‘Felipe’ para la de carbón. ‘La Pilarita’ estuvo localizada en término de Larringorrea, entre los barrancos de Arandari Bajo y Txares, en tanto que las de ‘Los Tres Amigos’ y Felipe’ se situaban en la Foz por la margen izquierda del Esca y junto al viejo camino real a Salvatierra. Ninguna de dichas explotaciones llegó a entrar en actividad.

Burgui desde Kukula Pintano

El Distrito Minero de Guipúzcoa:

Por la época Navarra, junto con Álava, dependían administrativamente del Distrito Minero de Guipúzcoa (hasta 1968), con jefatura radicada en San Sebastián. El primer paso para autorizar la explotación de una mina era presentar ante el Gobierno civil la correspondiente solicitud de registro, en la sección de Minas del Negociado de Fomento. Era preciso determinar con exactitud un punto de partida y establecer el número de ‘pertenencias’, con sus límites, para que se le diera publicidad en el Boletín Oficial de la Provincia y en la tablilla del Ayuntamiento, por si se producían reclamaciones o peticiones de indemnización por los dueños de los terrenos.

La ‘pertenencia’ era una antigua unidad minera de superficie, con forma cuadrada y de cien metros de lado (equivalente a la hectárea) bajo cuyo subsuelo se podía extraer el mineral. El registro había que acompañarlo de un depósito pecuniario, en principio en torno a 75 pesetas, para que un ingeniero de San Sebastián acudiera al lugar exacto y levantara acta. Si el informe técnico final era favorable, tras los periodos de exposición pública y alegaciones, el titular de la concesión minera debía hacer un depósito financiero en papel de pagos al Estado para comenzar con la extracción.

Dos minas de hierro en 1899:

El 16 de octubre de 1899 Jenaro Pérez Moso, gobernador civil, firmaba sendos documentos oficiales en los que se daba a conocer que a las once de la mañana se habían presentado en nombre de Francisco Martínez, vecino de Pamplona, dos solicitudes de registro con los números 701 y 702 para la demarcación de sendas minas de hierro en Burgui. Era la primera vez en la historia, tanto de la villa como del valle, que se planteaba desarrollar la actividad en la zona. Con posterioridad, entrada la década de los 60 en el siglo XX, se llegó a realizar alguna prospección petrolífera sin resultado práctico.

En ambas solicitudes se demandaba ocupar doce pertenencias cada una. El 20 de diciembre de 1899 el secretario de Burgui, Valentín Vicente, cursaba las diligencias por orden del alcalde para informar que en la tablilla del Ayuntamiento los edictos gubernativos habían estado expuesto los sesenta días que prescribía la ley y lo acompañaba con impresión del sello de ‘Ayuntamiento constitucional’ en el que figuraba la representación esquemática de la cabeza del moro.

 ‘La Pilarita’:

El lugar exacto de la ubicación se describía así: “se tendrá por punto de partida la esquina Norte de la casa de don José Mª Domínguez, desde él se medirán 30 metros al Norte y se colocará la primera estaca”. El perímetro iba a estar delimitado por un cierre con ocho estacas.

FotoBurgui1925El 4 de diciembre de 1899 Lorenzo Urzainqui, mayor de edad, casado y labrador propietario, manifestaba por escrito al gobernador haber sabido del proyecto por el Boletín Oficial de la Provincia nº 126, correspondiente al 26 de octubre, y dado que “como dicha mina se halla en una propiedad de mi pertenencia como se justificará en su día” solicita que “se digne ordenar se me indemnice el terreno con arreglo a la ley de minas vigente”. Entra en el Registro el 13 de diciembre a las doce y cuarto del mediodía. Otra solicitud en el mismo sentido la firma José Mª Domínguez Lacasia, también mayor de edad, casado y labrador propietario. Es idéntica en su redacción a la anterior, está fechada a 7 de diciembre y entra en el Registro el día 9.

Es el 20 de diciembre de 1900 cuando el ingeniero jefe del Distrito minero de Guipúzcoa da traslado del expediente completo. Acompañan al acta dos planos con el emplazamiento de las pertenencias. Manifiesta que no encuentra motivo alguno de tipo industrial, científico o de salubridad por lo que deba imponerse a la concesión ninguna condición particular, ya que es suficiente con que el propietario cumpla las prescripciones de la ley y su reglamento.

El 14 de noviembre de 1900 el ingeniero José Ureña, acompañado por el auxiliar Rodrigo Varo habían acudido a Larringorrea para precisar la demarcación. Concurrieron al acto los testigos Nicolás Domínguez y Fernando Campos, vecinos de Burgui “no habiendo comparecido el registrador ni ninguna persona que le representara”. Tras recorrer los límites el acta señala que “esta mina debe considerarse como de hierro, por verse algunas muestras dentro del perímetro demarcado, no viéndose ningún otro mineral de mayor tipo tributario”. Concluye señalando que “terminada la operación sin protesta ni reclamación alguna, se extendió la presente acta, que firman conmigo” y rubrican ingeniero, técnico auxiliar y los dos testigos.

‘La Pilarita’ está en disposición de comenzar a ser explotada a partir del 27 de diciembre de 1900 con la aprobación del ingeniero jefe del Distrito. Es el 8 de febrero de 1901 cuando el gobernador civil indica al promotor que una vez practicada la demarcación dispone de quince días para que “presente un papel de pagos al Estado en equivalencia de los derechos de pertenencia y del título de propiedad”. Es en este punto donde fracasa la iniciativa. “En virtud de lo que decreta la Ley de minas, queda cancelado el expediente de la mina”, dado que no se ha “presentado el papel de pagos al Estado para el reintegro de pertenencias y el título de propiedad de la misma”. Queda franco y registrable el terreno que había sido demarcado y firma el gobernador interino Damián Escudero.

 ‘Los tres amigos’:

 Tuvo el número de registro 702, se situaba en el paraje de la Foz y los límites señalados eran al Este con el camino, mientras que Norte, Sur y Oeste lo hacían con terrenos comunales. La descripción del lugar fue tan peculiar como imprecisa y decía así: “se tomará por punto de partida el Río Burgui que va a Aragón, desde él se medirán 4 metros al Oeste y se colocará la primera estaca; de la primera a la segunda 400 metros al Norte, de la segunda a la tercera 300 metros al Oeste, de la tercera a la cuarta 100 metros al Sur y de la cuarta a la primera 200 metros al Este quedando así cerrado el perímetro solicitado”.

Es también el 14 de noviembre de 1900 es cuando los mismos ingeniero, auxiliar y testigos que en ‘La Pilarita’ intentan levantar acta y plano de la demarcación y, como en el caso anterior, no comparece el registrador ni persona que le represente y “resultando que de los datos apuntados en la instancia de registro no puede deducirse cual sea el punto que quiere el registrador sea el punto de partida, existiendo por tanto indeterminación, suspendí la operación levantándose la presente acta”, reseñó el ingeniero Ureña. El Distrito Minero decidió informar al Gobernador que procedía la cancelación del expediente de registro, como se realizó.

 El carbón de Felipe Ezquer:

felipeEl 1 de agosto de 1901 Felipe Ezquer Cabodevilla, vecino de Burgui, solicitaba diez pertenencias mineras en el paraje de la Foz “en terreno comunal que linda al Norte con con la peña llamada las Paletazas, al Sur con el primer peñón que se encuentra bajando por el camino real en dirección a Salvatierra (Aragón), al Este con la muga de Salvatierra y al Oeste con la peña de las Paletazas”.

La ubicación exacta la refería así: “se tendrá por punto de partida la peña de las Paletazas en el camino donde se clavará la primera estaca, de esta al Norte se medirán 600 metros y se colocará la segunda, de esta al Sur 400 metros la tercera, de esta al Este 400 metros la cuarta y de esta con 600 metros se vendrá a parar al punto de partida”. La documentación entró en el registro al día siguiente a las diez y veinte de la mañana con el número de expediente 1.519.

Días después Ezquer realizaba una rectificación para indicar que al Oeste limitaba con el río Esca y no con la peña de las Paletazas.

felipe 17-08-1901

Fernando Laspidea, alcalde constitucional de la villa de Burgui, certifica que desde el 10 de agosto el edicto de registro ha estado expuesto al público en la tablilla del Ayuntamiento por espacio de sesenta días y lo diligencia el 2 de diciembre de 1901. Sigue de secretario en la villa Valentín Vicente en tanto que el gobernador civil es Luis Polanco.

Como depósito en los gastos de registro Felipe Ezquer había adelantado 71 pesetas con 25 céntimos y el ingeniero jefe del Distrito Minero, al planificar los viajes de demarcación, observa que es el único por la zona y dadas las dificultades de transporte y alojamiento en la época requiere un adelanto de 325 pesetas, que incluyen las dietas.

El 13 de enero de 1903 el ingeniero jefe del Distrito se dirige al Gobernador civil para indicar que no se puede mantener activo el expediente de manera indefinida sin que conste que se hayan adelantado las 325 pesetas para los gastos de demarcación. Previamente se le había comunicado a Felipe Ezquer pero el dinero no se depositaba.

El 20 de enero de 1903 la alcaldía de Burgui recae en Gerónimo Sanz e informa que el secretario Valentín Vicente ha notificado el oficio a “Juliana Marracos esposa de Felipe Ezquer ya difunto, quedó enterada y no firma porque no sabe haciéndolo como testigo Nicolás Domínguez”.

El 18 de febrero de 1903 el ingeniero jefe devuelve la documentación del expediente al Gobierno civil para que se sirva cancelar el registro y devolver el depósito a la viuda. El 3 de marzo el nuevo gobernador Luis Soler notifica la cancelación al Ayuntamiento de Burgui y el 9 de marzo el secretario se lo notificó con lectura íntegra y copia a Juliana Marracos.

El 22 de junio de 1903 la viuda y heredera de Felipe Ezquer, Juliana Marracos Recari, en presencia de los testigos Valentín Vicente -secretario- y Narciso Orduna, autoriza a Casildo Iriarte, vecino de Pamplona, para que pueda cobrar las 72,25 pesetas del depósito previo para el registro minero, reembolso que se hizo efectivo el 1 de agosto.

De esta manera concluyeron las iniciativas mineras en Burgui en el tránsito de los siglos XIX al XX.