Desde La Kukula hemos tenido acceso a un curioso documento fechado en Burgui en el año 1864 en el que un tal Melchor García relata cómo se produjo el incendio de casa Nabarro (actual edificio del Hostal El Almadiero). La descripción es muy minuciosa y nos permite conocer aspectos interesantes.
Vayamos por partes. En primer lugar, parece ser que este acontecimiento fue el motivo por el que Melchor decidió empezar un libro donde anotaría este trágico episodio así como otros listados y cuentas diversas del negocio que regentaba. Comienza por lo tanto situando el día y hora del triste suceso del incendio para a continuación cuantificar en más de 1.175 duros las pérdidas de los materiales y el propio edificio. Se transcribe literalmente el texto tal y como fue escrito por Melchor García en 1864.
«Libro de Melchor Garcia que dio principio en el año de 1864 por causa de aberse yncendiado la casa la noche del siete de julio del presente año de once y media a las doce de la noche sin aber podido sacar ninguna ropa ni papel alguno ni los dineros questaban en el cajon ni los que teniai en la bolsa de los calzones, de suerte que contando los dineros y demás que abia solo en mi quarto paso y resulto la perdida pasados de doscientos duros y en toda la casa ascendió la pérdida de los ajuares a quatro cientos setenta y cinco duros, sin contar la perdida del hedificio que no se hara con quinientos duros que jamas podra olbidarse semejante desgracia».
Nos revela por lo tanto Melchor que los dineros los guardaba en un cajón de su cuarto así como en la bolsa de los calzones, y deja constancia de cuál fue la magnitud del incendio pues «jamas podra olbidarse semejante desgracia» así como la finalidad de su relato: «para que los herederos sean mas quidadosos del andar por la casa con el fuego».
Deja caer ya Melchor de forma sutil que alguien no fue lo suficientemente cuidadoso con el fuego… Y cita además a continuación que la familia entera acordó que la causa del incendio estaba clara. Veamos…
«…pongo este aquerdo que segun la relacion de la familia fue yncendiada por aberse subido la dueña Maria Josefa Zabalza la jobena a qortar tocino para cenar». Vaya, ya tenemos a la culpable del suceso. María Josefa Zabalza «la jobena«, lo cual nos hace pensar que era la moza joven de la casa…
Cuartico donde se dejaban los productos elaborados tras la matanza del cuto
Total, que la tal María Josefa se subió a cortar tocino para la cena y la lió. El relato continúa con todo detalle explicando, supuestamente, qué ocurrió:
«…y se la abria caido alguna purna de fuego de la tieda adencima de unas quantas camisicas que tenia en el quartico questaba destinado para tocinos y no para camisas, de aqui bino la desgracia».
Interesante párrafo el escrito por Melchor. Por un parte, vemos que emplea los vocablos de purna, tieda y adencima. «Purnas» son partes diminutas de alguna cosa. Aquí claramente se refiere a las pequeñas chispas que saltan del fuego. Otra acepción son también los copos muy pequeños de nieve (es habitual la expresión «se escapan purnicas de nieve», utilizando el diminutivo para darle todavía menor tamaño a los copos). «Tieda» se refiere a la tea, astillas obtenidas de la raíz de los pinos muy ricas en resina y que se empleaban para encender el fuego o para alumbrar colocándolas sobre los tederos. Finalmente, «adencima» se trata de un curioso adverbio de lugar, equivalente a «encima».
Tea encendida colocada sobre un tedero. Fotografía cedida por Bearreguin Adoain.
Total, que una chispa de fuego de la tea cayó encima de unas camisas que había en el cuarto de los tocinos. Y no pierde ocasión Melchor para dejar constancia de que ese cuartico estaba destinado a los tocinos, y no para dejar ahí las camisas. Clara alusión a la culpable de haber dejado ahí esas ropas…
A continuación Melchor hace un detallado inventario de las existencias que albergaba dicho cuartico de los tocinos, a saber:
«… despues que tomo fuego la grasa de cinco perniles de tocino, dos saines (mantecas) enteros y tres o quatro carnizeras de sebo, quatro o cinco quesos y una porción de longanizas».
El control de Melchor sobre el género almacenado en ese cuartico era total y absoluto.
La dimensión del fuego fue tal que «tuvimos que brincar con la camisa que teniamos al hombro, los que estabamos en el segundo piso y dando gracias a Dios que salimos con salud». Interpretamos que saltaron con lo puesto, sin tiempo a recoger nada de lo existente en la casa, si bien no hubo daños personales.
Y no menos importantes que las pérdidas materiales en aquella época eran los diferentes documentos, principalmente contratos, que otorgaban las propiedades familiares por herencias, matrimonio o compra ventas. De ahí que el buen Melchor hiciera al menos y de memoria una relación de dichos documentos perdidos también como consecuencia del fuego:
«A continuacion anotare los documentos que me aquerdo que se quemaron si Dios me da la Salud y Gracia:
Contratos de Simón Urzainqui de su hesposa, no tengo presente mas antiguos
Contratos de Francisco Bronte y Maria Juana Nabarro
Contratos de Francisco Oset y Maria Francisca Bronte
Contratos de Melchor Garcia y Manuela Oset
Contratos de Melchor Garcia y Miguela Aznarez ultimos
Contratos del cambio de Nicolas Garcia y Maria Josefa Zabalza y de Mateo Zabalza y Maria Garcia, estos ultimos son del año 53 (1853) se podran sacar caso de necesidad de la Escrivania debantados por D. Cahetano Martinez Escribano del Balle».
Investigando en diferentes archivos hemos sabido que Melchor García Erlanz nació el 9 de enero de 1808, hijo de Pablo García y María Isabel Erlanz.
Se casó con su primera esposa Manuela Oset Bronte el 17 de enero de 1826 y tuvieron dos hijos, Nicolás Pablo y Pedro Miguel.
En segundas nupcias se casó el 19 de enero de 1835 con Miguela Aznárez Glaría y tuvieron varios hijos: María Josefa, Gregoria, Romualdo, Bonifacia y María Patrocinio.
Su primogénito, Nicolás García Oset, nació en 1830 y se casó el 17 de noviembre de 1853 con María Josefa Zabalza Urzainqui, la culpable del incendio de casa Navarro el 7 de julio de 1867.
Tuvieron varios hijos (Pascuala Dionisia en 1855, Francisco en 1857, Valentín en 1861, Juan en 1863 y Agustina y Bonifacia, tal vez gemelas, en 1867). Todos estarían por lo tanto en la casa en el momento del fatídico incendio de 1867.
Queda claro por lo tanto que fue su nuera, la mujer de su hijo Nicolás, la que provocó el incendio por subir a cortar tocino para la cena…
Cooperativa de Consumo de Burgui en la plaza del pueblo
El nacimiento del cooperativismo
“El hombre está hecho de carne y alma, y a ambas partes hay que atender al mismo tiempo”. Esta frase, pronunciada desde un púlpito hace más de un siglo, salió de la boca del sacerdote navarro Victoriano Flamarique, de familia campesina y con una vida comprometida a atender las almas y a defender de forma práctica a los más desfavorecidos en base a un profundo sentido de la justicia social. Predicó con el ejemplo para incomodidad de los más pudientes de aquel Olite de principios del siglo XX. Le acusaron de socialista por denunciar la usura y la explotación, pero de su lado tuvo un buen aliado: el propio obispo Fray José López de Mendoza. La doctrina social de la Iglesia estaba para defenderla y junto con otro sacerdote, Antonino Yoldi, extendieron la obra católico-social entre el campesinado navarro.
Fue así como empezó el origen de la creación, durante los primeros años del siglo XX, de organizaciones agrarias confesionales, en concreto Cajas Rurales Católicas. Las bases esenciales de una Caja Rural eran la defensa y amejoramiento de los intereses de sus asociados por medio del crédito; se circunscribían a un único municipio; sus cargos debían ser gratuitos, con excepción del cajero; todos los socios eran responsables solidaria e ilimitadamente; los préstamos solo se hacían a sus asociados y los beneficios de la Caja no podían repartirse entre los socios. Estas ideas básicas figuraban en los estatutos de las Cajas, cuyo modelo se elaboró para facilitar la creación de cajas rurales en todos los pueblos.
Su desarrollo en Navarra fue fulgurante a partir del año 1906. En 1910 la creación de Cajas Rurales había superado ya la mitad de los municipios navarros y en la merindad de Sangüesa estaban implantadas en el 61% de sus municipios. Fueron surgiendo, de la mano de muchos otros párrocos, cooperativas y cajas rurales en muchas localidades de Navarra que, bajo el lema “Unos por otros y Dios por todos” dieron al traste con los abusos que venían padeciendo siempre los agricultores.
Sello Caja Rural Católica de Burgui
Caja Rural Católica de Burgui
Burgui, como otros pueblos del valle, también vivió esta revolución agraria gracias a la fundación en esta localidad de una Caja Rural Católica. En un documento a modo de recibo fechado en Burgui el 28 de diciembre de 1915 y sellado por la Caja Rural Católica de Burgui se da cuenta del siguiente apercibimiento haciendo referencia ya al año de 1912:
«Habiendo de dar sus cuentas anuales esta Caja Rural de Burgui tiene el honor esta Junta de comunicarle tenga la bondad de hacer entrega al cajero de la misma de la cantidad que adeuda que por los conceptos que se especifican es la siguiente: por 40 kilos de nitrato llevados en 1912, capital e intereses 17,87 pesetas. Dios guarde a usted muchos años«, figurando el recibí con la firma de B. Zabalza.
Cartilla de Sociedad La Burguiesa a favor del socio Paulino Ara
Sociedad La Burguiesa
Comprobamos que en el año 1942 existía ya la Sociedad La Burguiesa a través de una libreta expedida a favor del socio Paulino Ara. También en el Anuario General de España del año 1950 figuraba la Sociedad La Burguiesa como titular de un negocio de comestibles y como «sociedad» existía todavía la Caja Rural. Sin embargo en la Guía de Navarra de Julián Rubio López de los años 1952-1953 aparece únicamente la Cooperativa como titular de tienda de comestibles y como sociedad agrícola. Es de suponer que con el paso del tiempo la propia entidad de la Caja Rural Católica habría desaparecido, cogiendo su testigo la Sociedad «La Burguiesa», encargada de la gestión de la Cooperativa de Consumo de Burgui. Dicha sociedad se regía por una Junta general -con sus cargos de presidente, secretario y tesorero- y contrataban con periodicidad anual a un vecino del pueblo como «cooperativero» para desempeñar las tareas de gestión, venta y atención al público en la propia tienda.
Esta tienda de la cooperativa estuvo ubicada inicialmente en un pequeño edificio junto a casa Onromán y que años más tarde ocupó el bar La Bikoka (regentado inicialmente por Eulogio Laspidea y posteriormente por Juan Urzainqui). Algunos de los vecinos que estuvieron al frente de la tienda de la cooperativa en este primer emplazamiento fueron José Fayanás, Angel Esparza, Jorge Glaría, Florencia Elizalde, Fermín Fuertes y Gracián Glaría.
Otras tiendas o comercios que cohabitaron simultáneamente con la Cooperativa a lo largo de estos años fueron los de casa Avizanda, casa Torrea y casa Gardar, así como la tienda y bar de Simeón Lampérez, la panadería de Rumbo y, más tarde, la tienda de Paulino Ara.
Cartilla de la cooperativa
Hacia los años 50, la sociedad adquirió casa Navarro, en la plaza del pueblo (actual edificio del Hostal rural El Almadiero), para trasladar ahí la tienda y almacén de la Cooperativa. Dicha casa era de los descendientes de Nicolás García Oset y Juana Zabalza, si bien vivían de alquiler Justo Alastuey Mainz y Francisca López Orduna. Cuando estos la desocuparon la casa se quedó deshabitada y fue adquirida por la sociedad La Burguiesa para albergar ahí la cooperativa. En esta época otras tiendas de comestibles eran las de Félix Avizanda, Eulogio Laspidea y María Elizalde.
Al frente de la tienda en esta nueva ubicación estuvieron Leonila Recari, Nati Glaría, Ana Mari Zabalza y Charo Laspidea. Los socios de la Cooperativa disponían de unas cartillas o libretas donde se iban anotando los diferentes productos adquiridos junto con su importe, de tal forma que los socios iban saldando las deudas conforme la disponibilidad de cada uno. Para el resto de vecinos que no eran socios las ventas se realizaban generalmente al contado con el pago efectivo en el mostrador.
La Cooperativa se mantuvo en servicio hasta aproximadamente los años 80, en los que ya apenas se vendía nada debido a una mayor falta de población, a que la mayor parte del género se había quedado obsoleto y a la remodelación de la tienda Ara ya existente que vendía también a los vecinos. Tras muchas dificultades para la venta del edificio y la liquidación del negocio, se saldaron las deudas existentes por la sociedad y, con el escaso dinero sobrante, se colocaron dos hermosas fuentes de piedra en ambas plazas del pueblo y se pintó el cementerio.
Cooperativa de Consumo de Burgui
La cooperativa de Burgui en 1951
Un inventario de la Cooperativa de Burgui del año 1951 realizado por Fermín Fuertes refleja con detalle la situación económica a esa fecha identificando los importes de las libretas de crédito y el valor de los géneros o mercancías.
El total del valor de las mercancías suponía 103.186,10 pesetas y el de las libretas de crédito 18.589,50, lo cual hacía un inventario total de 121.775,60 pesetas.
En dicha fecha de 1951 las libretas de crédito figuraban abiertas a nombre de los siguientes socios como cabezas de familia de Burgui: Simón Urrutia, Gil Urzainqui, Balbino Urzainqui, Florencio Zabalza, Jerónimo Urzainqui, Hilarión Petroch, Isidro Sanz, Pilar Sanz, Antonia Pérez, Isidro Pérez, Florencio Lacasta, Mauricio Sanz, Eusebio Tolosana, Vicente Larrea, Lorenzo Salvador, Gil Sanz, Lorenzo Fuertes, Francisco Aznárez, Félix Alastuey, Andresa Fuertes, Esteban Erlanz, Jesús Glaría, Tomás Glaría, Aurelio Glaría, Ursula García, Eusebio Lacasta, Gabriel Urzainqui, Carlos Zabalza, Francisco Fuertes, Baldomero Gárate, María Elizalde, Angel Glaría, Sebastián Fayanás, Ignacio Erlanz, Santiago Elizalde, Vicenta Larequi, Ramón Glaría, Martín Sanz, Eulogio Lapetra, Antonio Salvador, Pedro Lapetra, Jesús Lapetra, Braulio Recari, José María Recari, Pascual Sanz, Valentín Lacasta, Pablo Laspidea, Andresa Lamperez Uztarroz , Antonio Aizcorbe, Rafael Calvo, Quintín Ayerra, Felipa Mainz, Victor Mainz, Andresa Lamperez Bronte y Juan Alastuey.
El inventario del género, detallado por unidades, precio unitario y total, es un reflejo fiel de las necesidades de artículos relacionadas con actividades agrícolas y ganaderas, menaje del hogar, vestimenta, alimentación, limpieza y aseo, entre otros.
Por su relevante valor informativo de la época, se enumeran a continuación los principales géneros comercializados por la Cooperativa y de los que figuraba inventario en dicho año de 1951:
Extracto del inventario de la Cooperativa de Burgui en 1951
Utiles para labores agrícolas, ganaderas y otras tareas:
Horcas de madera y de hierro, palas de hierro, rastrillos y palas de madera, horcas de madera 2 pugas (púas), azadas, cuñas, mazas, mangos dalla o guadaña, cubre bastes, esteras (tejido grueso de esparto), mangos azada, hoces, piedras marcar, leznas, abrazadoras guadaña, manguillos, pestillos, pasadores ventana, algüazas, cerrojos, cerrajas, manilleras, limas, alicates, llaves inglesas, azadas, tenazas, capachas, ramales, cuerdas cincha, látigos, pozales, zoquetas, martillos, piedras dalla güadaña, talegas, sogas, juñideras, tiraderas, ganchos, clavos, tornillos, grapas, tachuelas, brochas, botes pintura, candados, cadenas, hachas, espulverizadores, barras grasa de carro, tubos estaño, correas, cinchas, corchos, pesos, botes arseniato (herbicida), fajos esparto, mazos cáñamo, cajas «Argentol» (aceite lubricante), pliegos lija, barzones.
Productos de higiene y limpieza:
Trozos y barras de jabón, maquinillas de afeitar, tubos «Tamisol» y «La Toja», jabón de afeitar, sobres fijador de pelo, tubos crema cutánea, tubos «Profiden», El Torero», «Perladen», jaboncillos, esponjas, chupetes, palillos, papeletas champú, lendreras, colonia «Luqui», «Elefante», «Galatea» y «Vieja Labanda», frascos masaje, brillantina, rollos papel higiénico, polvos Lagarto, estropajos, cepillos para pelo, hojas de afeitar, cepillos, azulete, frascos «Cruz Verde», cajas vaselina, cepillos de dientes, botellas agua oxigenada, algodón, Nivea, frascos insecticida, botellas lejía, vendas serpentinas, pastillas y botes de cera, cajas polvos, cajas coloretes, polveras, jaboneras, matarratas, cintas matamoscas, frascos «Zotal», bolas polilla, crema zapato, frascos ronquina, tintes «Temis», papeletas «Nogat» (raticida), frascos «Nettosol» (quitamanchas), tubos aceite inglés (antiparásitos), pastillas almidón, bolas y papeletas azulete (blanquear ropa), bigudis (tipo rulos), cajas y tubos «Servus» (abrillantador de zapatos), bolas Maravillosas (antiparásitos), tubos «Cuchol» (insecticida).
Antiguos productos de desinfección
Alimentación y bebidas:
Latas de sardina, sardinas rancias, latas de anchoa, latas de melocotón, mazapanillos, pastillas chocolate, cacao, barras turrón, botes tomate, chocolatines, papeletas pimiento, azafrán y canela, especias anís, guirlaches, paquetes galletas «María», surtido y vainilla; botellas sidra, nueces, cacahuetes, esparceta, sal en bola, pala para la sal, capaza, sal, bacalao, caramelos, peladillas, piñones, simiente alfalfa, castañas, orejones, ciruelas, higos, carne membrillo, rosquillas, bicarbonato, pasta cristal, liza, fideo, mecha, pimentón, vino tinto, anís, aguardiente, vermohut, vinagre, botes de pimiento, botellas agua Carabaña, botellas vino Quina, botes achicoria El Arbol, paquetes malta Muller, pastillas fideo, latas de atún, botes de leche, latas de almejas, calamares, guisantes, espárragos, bacalao, botes sal fina, botes achicoria, latas tomate, oliva, mermeladas, botellas anís Cadenas, frascos de Ceregumil, botellas de Ojen, sidra, coñac Veterano, papeletas tomate, horcas de ajo, cabezas de ajo, «Armisen» (gaseosas refrescantes), latas calamares, papeletas simiente, gaseosas, bicarbonato, puros dulces, botes «Tapioca».
Productos antiguos de alimentación
Ropa de hogar, vestimenta y calzado:
Sábanas, zapatillas, zapatos, alpargatas, sandalias niño, zapatos goma, chanclas goma, albarqueras, playeros, zapato de bebé, zapato inglés, bufanda, camisas, faja niño y señorita, delantales, paños cocina, pañuelos, sostenes de mamás, bragas, escarpidores, medias, cazadoras, pantalones, bombachos, calcetines, pares albarcas goma, camisas niño, calzoncillos, camisetas, boinas, mantillas, sombreros, «tohallas» felpa, paraguas, bolsos, morrales, tabardos.
Menaje y utensilios del hogar:
Pozales, bañera, porrones, porrones de hojalata, lecheras, mondongueras, «horinales», tazones, regadores, porrones de cristal, tarteras, pucheros, cacerolas porcelana, terreras, barreños, soperos, platos, jarras, bacinillas de cuna, sartenes, lamparillas, lecheras, cazos, cacerolas, fiambreras, espumadoras, coladores, cuchillos, vasos, escobas de brezo y de palma, navajas, envasadores, bombillas, pilas eléctricas, termo, termómetros, espejos, fuelles, perchas, portalámparas, velas, pinzas para ropa, carteras bici, petacas, peras (interruptor), enchufes, pelotas, frascos barniz, ganchos puerta, libretas, carpetas papel, postales, papeles aparador, cartas «Avión», plumas , tinteros, pliegos papel de barba.
Diversos productos de la época
Tareas de costura:
Madejas de hilvanar, medias, cordones zapato, rollos de plomo, calzadores, carretes de hilo, bobinas, madejas bordar, cremalleras, cuerdas de guitarra, madejas Ancora, estrellas hilo, dalias, tijeras, alfileteros, botones, madejas algodón y lana, puntillas, cintas, trencilla, cordones, trencilla goma y piquillo, juegos agujas, dedales, alfileres, hebillas, ovillos zurcir, ovillos liza, canutillos, remaches, mazos trencilla.
Desde el colectivo La Kukula agradecemos a todas aquellas personas que nos han compartido sus testimonios y recuerdos así como documentos y fotografías para poder elaborar este reportaje.