Juegos infantiles de antaño

Publicado Publicado por La Kukula en PATRIMONIO     Comentarios Escribe un comentario
Dic
12

Reproducimos a continuación de la mano de Manuel Sanz Zabalza algunos de los juegos de antaño que, de pequeños, se realizaban durante los años escolares, que en aquellos tiempos acababan a los catorce años.

JUEGOS
Para seleccionar los jugadores
(una, pa, burri, chiqui, ni pi)
En primer lugar había un sistema de selección antes de empezar a jugar. Se formaba una cuadrilla de 15 ó 20, o más chicos, poniéndonos en corro o círculo para contar, y así formar dos bandos.
Era el sistema de una, pa, burri, chiqui, ni pi. A cada palabra, por ejemplo una, correspondía un niño, a pa otro…, y así a las cinco palabras mágicas. Un niño, puesto en medio del círculo, hacía de contable.
Comenzaba por su derecha. Al que le tocaba la palabra quinta, ni pi, salía del corro e iba para un bando. Se repetía la operación y al nuevo que le tocaba pi, para el otro bando. Y así sucesivamente. De este modo quedaban repartidos los miembros de los dos bandos.  Esta fórmula se empleaba cuando había un buen número de chicos.
Se desarrolla a continuación algunos de los juegos y cómo se desarrollaba:
1.- CATUCIL
Se disponía de un palo, a poder ser de boj, de unos 60 cms de largo, de grueso como el mango de una escoba. Junto a él, el llamado catucil, del grueso del palo anterior y de 15 a 18 cms de largo, pero con una punta en cada extremo.
Se marcaba en el suelo la largura del palo grande. Si el sitio era de tierra, se escarbaba para poner el palo en la ranura del suelo. En caso de que el suelo fuera de piedra, se marcaba con una tiza la línea sobre la que colocar el palo largo.
Jugaban de cuatro a seis chicos. El que empezaba el juego lanzaba el catucil, pegándole con el palo largo, lo más lejos que podía. Los contrarios (del otro bando) podían cogerlo al vuelo. Para ello algunas veces utilizaban alguna prenda de vestir, ya fuera chaqueta o jerseys. Si conseguían atraparlo al vuelo, se ganaba la partida al bando contrario.
Pero ocurría que, si no se cogía al vuelo, en el sitio que estaba el catucil, el «sacador», que así se llamaba al golpeador, podía pegar con el palo largo en una de las puntas del catucil y lanzarlo lejos. Pero si el sacador en lugar de pegar en la punta del catucil, pegaba en el suelo, el contrario tenía una tirada con el pie para acercar el catucil al lugar de donde había salido disparado.
Si tenía dos o tres veces con el pie, dos o tres veces que el contrario podía beneficiarse. ¿Cómo se lanzaba con el pie?; se ponía el catucil sobre el empeine y se lanzaba hacia el lugar donde estaba el palo largo, el de salida. Cuando se veía que era fácil tocar el palo largo empujando el catucil con el pie, se solía decir «con una con el pie, tocatis», palabra que en latín macarrónico venía a significar «tocais», pero que quería decir que el catucil tocaría el palo largo y se ganaría la partida.
Si el catucil quedaba cerca del palo y se podía tirar otra vez, se cogía con la mano y con toda facilidad se tocaba el palo largo y se ganaba.
Pero sucedía a veces que no se cogía el catucil al vuelo ni se tenía para lanzar ninguna con el pie. Entonces el sacador miraba la distancia que había desde el lugar a donde había sido lanzado el catucil hasta donde se colocaba el palo largo, y echaba sus cálculos. Y decía al contrario lo que creía: por ejemplo, «100 medidas del palo largo».
Si el contrario no estaba de acuerdo porque el cálculo le parecía una exageración, entonces el lanzador ordenaba «a medir». Y el chico lanzador, curvado de espalda, medía con el palo largo el trecho que había entre donde había ido a parar el catucil y la raya donde se colocaba el palo largo.
Si, al medir, salían menos medidas del palo largo de lo que había dicho el sacador, éste perdía.2.- LA VIAVÁEn este juego intervenía un grupo bastante numeroso. Se necesitaba un sitio amplio, como podía ser la plaza del Ayuntamiento. Se empezaba con una persona, y esta pillaba a otra y así sucesivamente. Así se formaba una gran cadena hasta terminar de pillar al último niño. Así se acababa el juego, y a empezar de nuevo.

3.- EL ‘TÚ LA LLEVAS’

Este juego también era de grupo grande, pero, digamos, más individual. Empezaba un chico o chica, por lo general del mismo sexo, y tocaba a otra persona diciendo tú la llevas. Esta, seguidamente tocaba a otra, y esta a otra diciendo tú la llevas, hasta que pasaba una por una al total del grupo. Era un juego muy rápido.

4.- EL HINCADOR

Solía ser de cuatro a seis chicos. La herramienta que se usaba consistía en un palo, preferentemente de boj, porque era más fuerte y pesado, de unos 70 cms de largo y una punta bien hecha en el lado más grueso. Este juego se desarrollaba cuando había mucha humedad y en tierra frondosa, para que, al actuar, se clavara lo más posible.

Se tiraba a clavar, pero al mismo tiempo procurando tirar el palo del contrario, que ya lo tenía bien clavado. Esto es, había que rozarlo al mismo tiempo de resbalón con la intención de tumbarle el palo del contrario. Y así varias veces. Vencía el que tumbaba al contrario o contrarios.

5.- EL ‘CATA, CATA-PLÚN’

También este juego solía jugarse en tiempo de lluvias, cuando había buen barro. Se jugaba entre dos chicos. Cada uno cogía un puñado de barro y lo adomaba (palabra textual). Y cuando estaba bien a punto, formaba con las manos una especie de pequeña cazuela, con las paredes un poco gruesas y la tapa más delgada. Se hacía así con el fin de que, al tirar al suelo, las paredes de la cazuela aguantaran el golpe, y la tapa delgada se hundiera, y quedara un pequeño hueco. Entonces el contrario procuraba hacerlo lo mejor posible, pero, como en todas las cosas, hay mejores y peores artesanos.

Si al tirar la cazueleta boca abajo, solo se rompía la tapa fina del barro, y al otro se le aplastaba todo el barro, éste tenía que pagar al primero con su barro para tapar. Y así, en varios cataplunes se quedaba sin barro y perdía.

6.- LA CALVA

En este juego podían jugar seis o más personas. Solía jugarse en aquellos tiempos en la carretera, porque el tráfico era muy escaso: poco más de media docena al día entre coches y camiones.

Se ponía en el centro de la carretera un bote, que solía ser una lata de tomate vacía. Junto al bote, la persona que había sido clasificada. los demás jugadores, con una piedra como de medio kilo o un kilo, se ponía a una distancia como de 25 ó 30 metros. Tiraban la piedra uno por uno. Si no pegaban en el bote, las piedras quedaban en el suelo, y los que tenían las piedras ya tiradas, podían ir a recogerlas. Pero estaba el del bote vigilante, y si alguno pasaba a recoger su piedra, el del bote podía tocarlo diciendo marro.

Si alguno le pegaba al bote, entonces todos corrían a recoger sus piedras, porque el del bote tenía que recoger el bote y ponerlo en su sitio.
Cuando el del bote tocaba a uno al recoger la piedra, ése se hacía cargo del bote, cosa que, por cierto, no era muy apetecible.

7.- EL BANDIADOR

En mi época, a la edad de 10 a 14 años, el bandiar no era como ahora, en los columpios. Entonces nosotros nos encargábamos del montaje y desmontaje del mismo.
En el patio que hay en la trasera de casa Calvo en aquellos tiempos solía haber madera que se sacaba del barranco de Sevince para cargar algún camión. Si quedaban algunos maderos, poníamos como tres o cuatro para que levantaran del suelo unos 80 cms. más o menos.
Con un madero como de seis metros, o más, teníamos solucionado el columpio. Nos poníamos de uno a tres chicos en cada punta y, arriba y abajo, y de costado, lo pasábamos en grande… Pero ocurría que entre tanto alguno con los pies tocaba el suelo y hacía un viraje con el madero, y algunos de los bandiadores caían al suelo.

8.- A REDONCHAR

Con este juego se disfrutaba mucho. Era un juego individual. Había dos o tres tipos de redonchos. Unos eran del círculo (aro) que llevaba la base del caldero; unos eran más grandes que otros, según el diámetro del caldero, eran poco consistentes, y los utilizaban los chicos más jóvenes.

Otros eran de la llanta de alguna bici vieja, a la que se quitaban los radios. Se hacía un guiador que consistía en un alambre grueso, curvado de una punta, que encajaba en el hueco de la llanta.

Los más expertos manejaban otro sistema, que consistía en un aro de unos 80 cms. de diámetro, de hierro macizo. Este tipo de hierro mazico tenía el guiador lo mismo que el que usaban los más jóvenes, el guiador de alambre torcido de una punta en forma de «u» para encajar en la medida del redoncho.

9.- A LA NAVAJA

Este juego lo desarrollaban más mayores y solía ser más frecuente después de los 14 años, cuando ya marchabas a trabajar al monte, y, más bien, cuidando vacas u ovejas.
Si te juntabas dos o más personas… se empezaba cogiendo la navaja por el filo y se tiraba dando una vuelta para que se clavara en el suelo hasta tres veces. Después se cogía en la palma de la mano las mismas veces para volver a clavarla sin darle la vuelta. Por último, se volvía a coger por el filo dándole dos vueltas, y, si se quedaba clavada, partida ganada. Esta última operación se hacía una sola vez, y se llamaba pampellón.

Luego se preparaba un palito delgado de unos 6 cms. de largo con una punta en un lado, y había que meterlo en tierra o tasca. Con el canto de la navaja se pegaba al palito tres veces procurando hincarlo lo más profundo posible. Si había suerte y el palo quedaba poco metido, el contrario lo sacaba con facilidad con la boca o dientes.
Si el compañero le daba bien tres veces y lo metía a fondo, el contrario no podía coger y sacarlo con los dientes. Al no poder sacarlo, pedía nariz y barba, que es hacer en la tierra con la navaja dos hoyos, hasta que por fin podía sacarlo con los dientes.

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