Juegos infantiles de antaño
Reproducimos a continuación de la mano de Manuel Sanz Zabalza algunos de los juegos de antaño que, de pequeños, se realizaban durante los años escolares, que en aquellos tiempos acababan a los catorce años.
3.- EL ‘TÚ LA LLEVAS’
Este juego también era de grupo grande, pero, digamos, más individual. Empezaba un chico o chica, por lo general del mismo sexo, y tocaba a otra persona diciendo tú la llevas. Esta, seguidamente tocaba a otra, y esta a otra diciendo tú la llevas, hasta que pasaba una por una al total del grupo. Era un juego muy rápido.
4.- EL HINCADOR
Solía ser de cuatro a seis chicos. La herramienta que se usaba consistía en un palo, preferentemente de boj, porque era más fuerte y pesado, de unos 70 cms de largo y una punta bien hecha en el lado más grueso. Este juego se desarrollaba cuando había mucha humedad y en tierra frondosa, para que, al actuar, se clavara lo más posible.
Se tiraba a clavar, pero al mismo tiempo procurando tirar el palo del contrario, que ya lo tenía bien clavado. Esto es, había que rozarlo al mismo tiempo de resbalón con la intención de tumbarle el palo del contrario. Y así varias veces. Vencía el que tumbaba al contrario o contrarios.
5.- EL ‘CATA, CATA-PLÚN’
También este juego solía jugarse en tiempo de lluvias, cuando había buen barro. Se jugaba entre dos chicos. Cada uno cogía un puñado de barro y lo adomaba (palabra textual). Y cuando estaba bien a punto, formaba con las manos una especie de pequeña cazuela, con las paredes un poco gruesas y la tapa más delgada. Se hacía así con el fin de que, al tirar al suelo, las paredes de la cazuela aguantaran el golpe, y la tapa delgada se hundiera, y quedara un pequeño hueco. Entonces el contrario procuraba hacerlo lo mejor posible, pero, como en todas las cosas, hay mejores y peores artesanos.
Si al tirar la cazueleta boca abajo, solo se rompía la tapa fina del barro, y al otro se le aplastaba todo el barro, éste tenía que pagar al primero con su barro para tapar. Y así, en varios cataplunes se quedaba sin barro y perdía.
6.- LA CALVA
En este juego podían jugar seis o más personas. Solía jugarse en aquellos tiempos en la carretera, porque el tráfico era muy escaso: poco más de media docena al día entre coches y camiones.
Se ponía en el centro de la carretera un bote, que solía ser una lata de tomate vacía. Junto al bote, la persona que había sido clasificada. los demás jugadores, con una piedra como de medio kilo o un kilo, se ponía a una distancia como de 25 ó 30 metros. Tiraban la piedra uno por uno. Si no pegaban en el bote, las piedras quedaban en el suelo, y los que tenían las piedras ya tiradas, podían ir a recogerlas. Pero estaba el del bote vigilante, y si alguno pasaba a recoger su piedra, el del bote podía tocarlo diciendo marro.
Si alguno le pegaba al bote, entonces todos corrían a recoger sus piedras, porque el del bote tenía que recoger el bote y ponerlo en su sitio.
Cuando el del bote tocaba a uno al recoger la piedra, ése se hacía cargo del bote, cosa que, por cierto, no era muy apetecible.
7.- EL BANDIADOR
En mi época, a la edad de 10 a 14 años, el bandiar no era como ahora, en los columpios. Entonces nosotros nos encargábamos del montaje y desmontaje del mismo.
En el patio que hay en la trasera de casa Calvo en aquellos tiempos solía haber madera que se sacaba del barranco de Sevince para cargar algún camión. Si quedaban algunos maderos, poníamos como tres o cuatro para que levantaran del suelo unos 80 cms. más o menos.
Con un madero como de seis metros, o más, teníamos solucionado el columpio. Nos poníamos de uno a tres chicos en cada punta y, arriba y abajo, y de costado, lo pasábamos en grande… Pero ocurría que entre tanto alguno con los pies tocaba el suelo y hacía un viraje con el madero, y algunos de los bandiadores caían al suelo.
8.- A REDONCHAR
Con este juego se disfrutaba mucho. Era un juego individual. Había dos o tres tipos de redonchos. Unos eran del círculo (aro) que llevaba la base del caldero; unos eran más grandes que otros, según el diámetro del caldero, eran poco consistentes, y los utilizaban los chicos más jóvenes.
Otros eran de la llanta de alguna bici vieja, a la que se quitaban los radios. Se hacía un guiador que consistía en un alambre grueso, curvado de una punta, que encajaba en el hueco de la llanta.
Los más expertos manejaban otro sistema, que consistía en un aro de unos 80 cms. de diámetro, de hierro macizo. Este tipo de hierro mazico tenía el guiador lo mismo que el que usaban los más jóvenes, el guiador de alambre torcido de una punta en forma de «u» para encajar en la medida del redoncho.
9.- A LA NAVAJA
Este juego lo desarrollaban más mayores y solía ser más frecuente después de los 14 años, cuando ya marchabas a trabajar al monte, y, más bien, cuidando vacas u ovejas.
Si te juntabas dos o más personas… se empezaba cogiendo la navaja por el filo y se tiraba dando una vuelta para que se clavara en el suelo hasta tres veces. Después se cogía en la palma de la mano las mismas veces para volver a clavarla sin darle la vuelta. Por último, se volvía a coger por el filo dándole dos vueltas, y, si se quedaba clavada, partida ganada. Esta última operación se hacía una sola vez, y se llamaba pampellón.
Luego se preparaba un palito delgado de unos 6 cms. de largo con una punta en un lado, y había que meterlo en tierra o tasca. Con el canto de la navaja se pegaba al palito tres veces procurando hincarlo lo más profundo posible. Si había suerte y el palo quedaba poco metido, el contrario lo sacaba con facilidad con la boca o dientes.
Si el compañero le daba bien tres veces y lo metía a fondo, el contrario no podía coger y sacarlo con los dientes. Al no poder sacarlo, pedía nariz y barba, que es hacer en la tierra con la navaja dos hoyos, hasta que por fin podía sacarlo con los dientes.