Bendiciones al comenzar febrero…

Publicado Publicado por La Kukula en CURIOSIDADES     Comentarios Escribe un comentario
Feb
5

El mes de febrero comienza con una serie de santorales y celebraciones que, en tiempos pasados, estaban muy presentes en nuestro pueblo por su carácter religioso y que sin embargo hoy en día pasan totalmente desapercibidas. Son las siguientes:

2 de febrero, celebración de la Candelaria:

La fiesta de la Candelaria, también llamada de la Luz, tuvo su origen en la antigua Roma donde la procesión de las candelas formaba parte de la fiesta de las «lupercales».

velas

Las «lupercales» eran unas celebraciones cuyo nombre deriva de <lupus> (lobo) e <hircus> (macho cabrío). Una congregación especial de jóvenes, los Lupercos o Luperci, se iniciaban en la edad adulta durante un tiempo sagrado y transitorio en el que se comportaban como lobos humanos. Finalizaban este periodo con una procesión carnavalesca que acompañaban de candelas, y cuyos gritos, cantos y bailes llegaban a ser obscenos.

Con el paso del tiempo la Iglesia prohibió y condenó, en el año 494, la celebración pagana de las «lupercales». Quiso cristianizar esta festividad y la sustituyó por la fiesta de la Purificación, que se celebraría el 2 de febrero con la procesión de las candelas. Y es que, precisamente, el 2 de febrero se cumplen 40 días desde el 25 de diciembre, fecha del nacimiento de Jesús.

En Burgui, el 2 de febrero, y como reminiscencia de esta celebración de la Candelaria, se llevaban las velas a bendecir a la Iglesia.

3 de febrero, festividad de San Blas:

Era costumbre en Burgui acudir a la Iglesia para bendecir alimentos, caramelos para la garganta y sal para los animales.

roscos

Hubo también en Burgui una ermita dedicada a San Blas y que estaba en el mismo pueblo. Sobre su solar se construyó lo que después fue la Casa del Maestro, en la calle La Peña, entre lo que hoy es la casa Calero y la casa nueva del Maestro.

5 de febrero, festividad de Santa Águeda:

En Burgui se elaboraban roscos este día y cada familia llevaba a bendecir el suyo a la iglesia.  Existía también una costumbre muy curiosa, y era que siempre un pedazo de ese rosco se introducía en los arcones roperos y en los armarios para preservar a la casa de los incendios y a las ropas de los efectos de la polilla.

Sin embargo siglos atrás el día de Santa Águeda era un día muy especial en nuestro pueblo. Hace 404 años exactamente (en 1613) hubo en Burgui un conflicto social que tenía su origen en la discriminación que en aquellos años sufrían los agotes, no solo en Burgui, sino en todo el Pirineo navarro. Aquél conflicto derivó en un proceso judicial, y en consecuencia generó una documentación basada en declaraciones de testigos, dictámenes y sentencias, que hoy nos sirven para conocer con cierto detalle cómo pensaban, actuaban y vivían nuestros antepasados.

Y gracias precisamente a este proceso ha llegado hasta nuestros días el conocimiento de que el día de Santa Águeda era costumbre en nuestro pueblo juntarse en la iglesia en un momento determinado al menos un vecino de cada casa. Delante del abad cada cabeza de familia introducía la llave de su casa en un zakuto; en aquel tiempo las llaves llevaban un cordel con una tablilla colgando en la que iba tallada alguna inscripción identificativa de la casa cuya puerta abría esa llave.

Llaves de Casa Lupercio, ¿

 

Una vez que todos habían introducido su llave, se revolvían estas, y se procedía en sentido inverso. Uno a uno, cada cabeza de familia metía la mano y sacaba una llave, de tal forma que se iban emparejando familias, familias que ese día se iban a reunir para comer juntos. A veces no todos los emparejados se llevaban bien, pero no se podía ir contra el destino, así que ese día tocaba convivir con quien te hubiese tocado.

llave puerta

 

Y el conflicto vino cuando los vecinos se negaron a que en ese zakuto pudiesen meter su llave los agotes, hecho este que fue contestado por el abad, que apelaba a la caridad cristiana. Y ese tira y afloja generó los papeles notariales que hoy nos permiten conocer, y dar a conocer, aquella tradición.

Cuatro siglos después aparentemente de aquella etnia marginada tan solo queda el conocimiento de su existencia. Sin embargo… la mezcla de apellidos que hoy vemos en nuestras familias, nos dicen que el espíritu cristiano de aquél abad felizmente se impuso.

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